Desequilibrio continuo.

Tengo un falso recuerdo  de algo que vi, o alguien me contó muy niño que no he podido olvidar, la historia es la siguiente, un tipo que trabaja de ejecutivo en el centro de la ciudad, al estacionar su auto siempre ve merodeando a un vagabundo que escarba en los diferentes basureros alrededor, la rutina va haciendo reconocerse a ambos, así día tras día. 

Hasta que un día al bajarse de su auto, este ejecutivo ve que el vagabundo esta teniendo una especie de malestar, se acerca y le ofrece ayuda, el vagabundo sólo le pide que lo lleve a casa, a lo que accede, al llegar a la casa el ejecutivo ve una cantidad incalculable de juegos hechos con las cosas encontradas en la basura, veletas para la dirección del viento, móviles delicadamente en un dinámico equilibrio, fuerzas    cinéticas que funcionaban con el menor desperdicio de energía.
El invitado sorprendido recorre este extraño lugar, con cuidado de no intervenir en su frágil balance. -¿Qué es todo esto le pregunto? Sin esconder una cuota de asombro.
- Estas esculturas mantienen el equilibrio en el universo, respondió. Cualquier desequilibrio se manifiesta como una anomalía en nuestro mundo – Prosiguió – Ahora voy a morir y te he elegido para que sigas tú. Remató

Anoche conocí a Juan en una comida familiar, es ingeniero y está en los tempranos cincuenta, por algún tiempo, entre conversaciones y definiciones de logaritmos, me señalaba que mi pensamiento era `estrafalario´ y mis opiniones `curiosas´.
La celebración avanzaba, y me invitó a conocer su taller de hobbies, corazones rotos de madera, cabezas mecánicas que chocan con un ladrillo una y otra vez, muebles que construye con los cajones llenos de sus recuerdos.

Juan viene de un par de crisis que se le filtra por la mirada cada vez que prende un cigarrillo y acalla un suspiro exhalando el humo, todo en el taller era poesía en forma, Juan era el vagabundo, mantenía con esculturas el frágil equilibrio del mundo. De su mundo.

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