Helado y amargo chocolate

Que más sino anemia puede tener un hombre caminando con sus venas abiertas,
dejando un rastro palpable y efímero en las calles de las ciudades que no paran,
ya tengo muchas heridas por hoy y ni siquiera ha comenzado la brega.

Hoy la transa imparable en lo que se ha convertido la civilización va extinguiendo, 
a su paso los sueños de quienes en este punto de vida en la inmensidad del universo,
pensaron o dieron cabida a la idea de una sociedad más equitativa, hoy vida estandarizada desigual.

Amores consumidos por el paso letal de los tanques de la rutina y la monotonía,
amores enfrentados en una pantalla vouyerista y condenatoria a los ojos del Gran Hermano.

Conciudadanos hoy comienza una larga noche, llena de muerte y soledad,
hoy comienza el negocio de las funerarias que están a la vuelta de mi casa.

Esta noche la inclaudicable y siempre entusiastas tropa de poetas soñadores borrachos,
pierde un bastión elemental para observar la claridad que nos entrega ese padre llamado sol.

En este batallón en medio del desierto, en medio de tanto polvo inerte que  cree vivir,
la brea se combustiona en los malogrados cuerpos de quienes se equivocaron.

No hay vuelta atrás compañeros hemos de sumergirnos en esa selva negra y siempre inexpugnable, por este momento mis lagrimas son lo único que irriga a esta vida inerte. 

Hoy el temple de mi espada ha quebrado esta voz siempre dispuesta al habla,
y de paso ha resecado las flores de tus labios.

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